Apenas algunos meses atrás acudí a la explanada de la delegación Iztacalco a un evento organizado por la propia dependencia que promovía a los derechos de la diversidad sexual y cultural (aunque el propio delegado mantenía distancia de los travestís) en donde se presentarón los Elys Guerras como el gran atractivo. Fue una suerte saber del evento ya que prácticamente fue un concierto que se volvió exclusivo tomando en cuenta que solo los fans de hueso colorado y alguno que otro iztacalquenze que se atravesó por ahí pudo disfrutar de un gran concierto a la luz del día de un Domingo de verano(un día después de mi guateque de graduación).

Para los que me conocen estoy entre esos cabezones, encuentra a Wally..
Después de probar ese regalo dulce, ácido, caliente y picante que me dejó con la quijada de par en par no me resistí las ganas de volver a ver a la Ely, aunque esta ocasión tuviera que pagar mi entrada al Hard Rock Live y asistir a la taquilla 3 días seguidos para comprar mi boleto(desde ahora tendré presente el teléfono para pedir informes en taquilla),A las 20:00 hrs. tuvimos acceso al recinto del “Rock Duro” en la zona de la ciudad donde sus habitantes pagan por el aire que respiran, y una hora después salió a tocar el grupo abridor del concierto, a lo que le precedió la participación consecutiva de un siguiente grupo abridor, al termino del cuál continuó el turno para sonorizar el acto que antecedería la aparición del estelar por parte de un nuevo grupo abridor y después de que estos retirarán sus instrumentos tuvieron la oportunidad de entrar en escena los integrantes de un subsecuente y diferente al anterior... grupo abridor, los cuales finiquitarón su ejecución para dar paso a la inclusión escénica del cuarteto de músicos que tendría la función de ser el último(ahora si) grupo abridor; quienes todos juntos pero no revueltos y por poco más de dos horas consiguierón inquietar al borde de la desesperación hasta al más tolerante de los seguidores de la güera de Coyoacan.Esto gracias a la logística de los organizadores del lugar quienes dan cabida a cuantas agrupaciones teloneras asegurando el lleno del lugar y unos billetes de más con ayuda de los grupos que la hacen de promotores y taquilleros con tal de conseguir una oportunidad de presentarse ante una audiencia grande para ser escuchados.
11:15 aprox. salierón la Guerra y sus secuaces para alivio de los ahí presentes, para derrochar con la incansable energía de siempre y esa sensibilidad a flor de piel todo su talento, que como en la gran mayoría de las veces no deja espacios para la insatisfacción. En un set tan disfrutable por varios aspectos, empezando en primera instancia por la calidad interpretativa de una mujer que canta con la voz propia del alma y el corazón de una manera tan intensa(“siempre he sido tan intensa…”) que te deslumbra, y me atrevo a decir que pocos exponentes del rokcito hecho en México, tienen un propuesta tan fresca y propositiva como la de esta fémina. Pero el encanto no acaba ahí ya que los demás miembros de la banda (teclados, batería, guitarra y bajo) le terminan colocando la cereza al pastel, es algo que a mi gusto muchas bandas en el medio mexicano(otra vez!) les falta es: que aprendan a tocar bien sus instrumentos; pero en fin es hacer corajes a lo wey.
Ademas de que fue de gran disfrute para mi en epsecial debido a mi obsesión por el “pégale al bote” desde luego, la ejecución de un baterista que si sabe tocar su instrumento; Hernán Hetch quién gracias a sus influencias provenientes principalmente del jazz posee de una técnica envidiable que le permite moldear tal cual plastilina sus ritmos, creanme que lo disfrute.
En pocas palabras y en lo que a mí respecta, resulto un show muy redondo por donde se le quiera ver, el cuál muy seguramente volveré repetir ya que cada concierto de la Ely tiene la característica de sentirse como si fuera la primera vez, y además de que después de ver a la Guerra siempre te queda tomar un poco de aire y suspirar (hah que mujer!!).

Y a manera de broche de oro después de esperar un rato en el Hard Rock cosa que rara vez acostumbro, y para asombro de mi hermana, la Lucer y yo(como siempre) nos dimos cuenta que detrás de nosotros esperando a sus cuates que lo llevarían a seguírsela estaba Hernán Hetch del cuál mi hermana consiguió autógrafo para después quedarse medio apendejada mientras la Lucer y yo le hacíamos una ligera plática al argentino de más de 2 metros de altura, un tipo sencillo y vegetariano (ni modo lo íbamos a invitar a los ya de rigor aftertacos) al cual no le quitamos mucho de su tiempo como para preguntarle que tipo de baquetas usaba o si tenía planes para impartir otro seminario en la ciudad. Así que ni modo tuve que comerme la orden de tacos que le íbamos a disparar al Hernán.


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