jueves, 22 de junio de 2006

La isla de Gilmour y de envejecer como el vino


Cuando las grandes bandas deciden esfumarse de la escena musical y después llega uno que otro integrante con su proyecto solista, la mayoría de las veces se trata de trabajos menores, e incluso ulteriormente se trata de evitar ciertos discos que pudiesen llegar a decepcionarnos y cambiar la imagen que tenemos de nuestros ídolos, pero analizándolo bien hoy en día es n veces (para todo n>1000) preferible comprar un disco regreso de cualquier clásico, que de un nuevo grupo de indies trajeados.

Y es así como este viejo de 60 años llamado David Gilmour en su espléndida terquedad por hacer música les da una cátedra a todos esos pousers que se dicen a la vanguardia acerca del raquítico concepto del rock hoy en día. On An Island realmente suena a Pink Floyd cosa que resulta increíblemente grata (¿o que a poco querían que invitara a Paul Van Dyk a hacer algo creativisisimo?), no ni madres en el disco se escuha a un Gilmour en toda su escencia y a pesar de su inevitable decadencia física esta prácticamente es imperceptible, me llamó mucho la atención como a conservado la tesitura de su voz tan característica (pocas figuras de la música lo lográn) y ese estilo para requintear con tanto feeling sigue presente, de los cortes más destacados están la abridora “Castellorizon” un nostálgico viaje floydiano, “Then I Close My Eyes”, “Red Sky At Night”(esta me hace chinita la piel), “On An Island”, “Take a Breath” y la bluesera “This Heaven”.



Como invitados hay algunos de sus cuates: Richard Wright le echa la mano para con los teclados, y con el mismo uso de manos pero en el piano Jools Holland entre varios más, aunque en casi todos los temas compone y ejecuta varios instrumentos este señorón.

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